Hay palabras que no solo se leen, sino que se sienten como un susurro antiguo que atraviesa el tiempo y se posa justo donde más lo necesitas. Así son las de Rainer Maria Rilke, un poeta que entendía que la vida —como el arte— no se apura ni se fuerza, sino que se cultiva con paciencia, como un árbol que crece en silencio hacia el cielo.
En estas líneas, Rilke no escribe desde la teoría ni desde la razón, sino desde la profundidad de una vida vivida intensamente por dentro. Es una invitación a soltar la prisa, a escuchar la voz interior que sabe más que cualquier consejo externo, y a confiar en que la claridad, como el verano, siempre llega. Si alguna vez te sentiste perdido en tu camino creativo o vital, este fragmento es un faro suave pero firme.
«Cuando considere el análisis, la discusión o la presentación, escucha a tu yo interior y a tus sentimientos cada vez. Si te equivocas, después de todo, el crecimiento natural de tu vida interior te guiará lentamente y a su debido tiempo a otras conclusiones. Permite a tus juicios su propio desarrollo tranquilo e inalterado, que, como con todo progreso, debe venir desde lo profundo y de ninguna manera puede ser forzado o apresurado.
Todas las cosas consisten en llevar a término y luego dar a luz. Permitir la completación de cada impresión, de cada germen de un sentimiento profundamente dentro, en la oscuridad, más allá de las palabras, en el reino del instinto inalcanzable por la lógica, esperar humilde y pacientemente la hora del descenso de una nueva claridad: que solo es vivir el arte de uno, en el Reino de comprensión como en la creatividad.
En esto no hay medida con el tiempo. Un año no importa; diez años no son nada. Ser artista significa no computar ni contar; significa madurar como el árbol, que no fuerza su savia, sino que permanece inquebrantable en las tormentas de primavera sin temor a que el verano no le siga. Vendrá de todos modos. Pero se trata sólo de aquellos que viven como si la eternidad se extiriera delante de ellos, despreocupados, silenciosos e infinitos. Lo aprendo a diario, lo aprendo con muchos dolores, por lo cual estoy agradecido. Paciencia lo es todo. ”
–Rainer Maria Rilke, cartas a un joven poeta (1929)