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Armenia
sábado, septiembre 7, 2024

La danza de la existencia

A la aplastante contracción previa al inicio de este universo sobrevino una gran expansión, en la cual aún se encuentra este. Como remembranza-quizás de otros eventos inmemorables -quedó impreso este modelo en los procesos cósmicos. En resonancia, los ritmos biológicos se acompasan expandiéndose, contrayéndose. La humanidad como organismo vivo, danza entre estos dos polos.

En los tiempo recientes hemos estado viviendo acontecimientos que han significado entre otros, encerramientos; símbolo encarnado de una vieja data de negaciones y lo cual se tradujo en hambre física para muchas personas, hambre emocional y de libertad para todos. Luego, llega la expansión, así el volcán traspasa su punto de máxima contención. A la par del grito por la atención y resolución de las necesidades básicas, que además de pan quiere abrazos, calor de cercanía, apaciguar la quemante sed del instinto gregario que solo se calma con el encuentro para sentirnos presentes, para mirarnos, jugar, batallar, reír, soñar y escuchar ese otro canto que resuena vigoroso desde la raíz. Recordándonos que no somos amos y señores sino fibras de este tejido que íntimamente nos une a los animales que nos rodean, al huerto, al bosque, al rio, al mar, a las montañas y a los admirables seres microscópicos, a los desiertos y estrellas.

Solo la ilusión de la autopercepción de la humanidad como eje central y superior nos hace ver separación, cuando lo único que existe es integración: somos parte y espejo.

Honramos esa inabarcable inmensidad que nos habita, percepción y bálsamo que alivia amablemente el temor a la muerte y convoca la fuerza primordial para que la vida nos viva en plenitud.

Las Palabras de la Imagen

Más que fragmentos