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sábado, septiembre 7, 2024

10 poemas de amor de Gabriel García Márquez

Estos poemas de amor sirven para dedicar, pensar, filosofar y comprender un poco de lo que se trata de vida. El maestro Gabriel García Márquez, a través de su pluma nos regaló estos versos escritos desde la experiencia y un corazón que nunca se marchitó con el paso del tiempo.

1. Si alguien llama a tu puerta

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.

2. La muerte de la rosa

Murió de mal aroma.
Rosa idéntica, exacta.
Subsistió a su belleza,

Sucumbió a su fragancia.
No tuvo nombre: acaso
la llamarían Rosaura,

O Rosa-fina, o Rosa
del amor, o Rosalba;
o simplemente Rosa,
como la nombra el agua.

Más le hubiera valido
ser siempreviva, Dalia,
pensamiento con luna
como un ramo de acacia.

Pero ella será eterna:
fue rosa; y eso basta;

Dios la guarde en su reino
a la diestra del alba.

3. Soneto casi insistente en una noche de serenatas

Quisiera una mujer de sangre y plata.
Cualquier mujer. Una mujer cualquiera,
cuando en las noches de la primavera
se oye a lo lejos una serenata.

Esa música es alma. Y aunque no fuera
verdad tanta mentira sería grato
el saber que su voz siempre retrata
el corazón de una mujer cualquiera.

Quiero querer con música. Y quiero
que me quieran con tono verdadero
Casi en azul y casi eternamente.

Será porque ese ritmo me arrebata,
o tal vez porque oyendo serenatas
me duele el Corazón musicalmente.

4. Soneto matinal a una colegiala ingrávida

Al pasar me saluda y tras el viento
que da al aliento de su voz temprana
en la cuadrada luz de una ventana
se empaña, no el cristal, sino el aliento

Es tempranera como una campana.
Cabe en lo inverosímil, como un cuento
y cuando corta el hilo del momento
vierte su sangre blanca la mañana.

Si se viste de azul y va a la escuela,
no se distingue si camina o vuela
porque es como la brisa, tan liviana

que en la mañana azul no se precisa
cuál de las tres que pasan es la brisa,
cuál es la niña y cuál es la mañana.

5. Canción

“Llueve en este poema”
Eduardo Carranza.

Llueve. La tarde es una
hoja de niebla. Llueve.

La tarde está mojada
de tu misma tristeza.

A veces viene el aire
con su canción. A veces…
Siento el alma apretada
contra tu voz ausente.

Llueve. Y estoy pensando
en ti. Y estoy soñando.

Nadie vendrá esta tarde
a mi dolor cerrado.

Nadie. Solo tu ausencia
que me duele en las horas.
Mañana tu presencia regresará en la rosa.

Yo pienso —cae la lluvia—
nunca como las frutas.

Niña como las frutas,
grata como una fiesta
hoy esta atardeciendo
tu nombre en mi poema.

A veces viene el agua
a mirar la ventana
Y tú no estás
A veces te presiento cercana.

Humildemente vuelve
tu despedida triste.

Humildemente y todo
humilde: los jazmines
los rosales del huerto

y mi llanto en declive.
Oh, corazón ausente:
qué grande es ser humilde!

6. Poema desde un caracol

Yo he visto el mar. Pero no era
el mar retórico con mástiles
y marineros amarrados
a una leyenda de cantares.

Ni el verde mar cosmopolita
—mar de Babel— de las ciudades,
que nunca tuvo unas ventanas
para el lucero de la tarde.

Ni el mar de Ulises que tenía
siete sirenas musicales cual siete islas rodeadas
de música por todas partes.

Ni el mar inútil que regresa
con una carga de paisajes
para que siempre sea octubre
en el sueño de los alcatraces.

Ni el mar bohemio con un puerto
y un marinero delirante
que perdiera su corazón
en una partida de naipes.

Ni el mar que rompe contra el
muelle una canción irremediable
que llega al pecho de los días
sin emoción, como un tatuaje.

Ni el mar puntual que siempre tiene
un puerto para cada viaje
donde el amor se vuelve vida
como en el vientre de una madre.

Que era mi mar el mar eterno,
mar de la infancia, inolvidable,
suspendido de nuestro sueño
como una Paloma en el aire.

Era el mar de la geografía,
de los pequeños estudiantes,
que aprendíamos a navegar
en los mapas elementales.

En el mar de los caracoles,
mar prisionero, mar distante,
que llevábamos en el bolsillo
como un juguete a todas partes.

El mar azul que nos miraba,
cuando era nuestra edad tan frágil
que se doblaba bajo el
peso de los castillos en el aire.

Y era el mar del primer amor
en unos ojos otoñales.

Un día quise ver el mar
—mar de la infancia— y ya era tarde.

7. Drama en tres actos

Kornelius, el poeta resfriado,
iba para una fiesta.

Llevaba un sobretodo sobre el brazo
y un sombrero en la testa.

Una camisa blanca y una rosa
en la solapa negra.

II

Y Kornelius el alto
renombrado poeta
al salir a la calle
saludó a su colega
el famoso Francisco de Quevedo Villegas.

Estaba lloviznando
—el ciclo sin estrellas
mostraba a los humanos
una sonrisa negra—

y Kornelius, el alto
renombrado poeta
se resfrió esa noche
sin que se diera cuenta.

III

El salón se alistaba
todo para la fiesta.

Estaba el rey, la reina
y la corte suprema,
el señor secretario,
el conde de Lucrecia.

Ahí llego Konielius,
con su rosa y su ciencia,
se quitó el sobretodo
en la ventana abierta;

y cuando le aplaudía
toda la concurrencia
pidiendo a grandes voces
una canción de guerra,

Él sacudió el vestido,
sonrió, bajó la testa,
se aflojó la corbata,
hizo un gesto a la reina…

Dijo… Dijo… (no dijo):
Y estornudó un poema!

8. Geografía celeste

No ha muerto.
Ha iniciado un viaje atardecido.

De azul en azul claro
—de cielo en cielo— ha ido
por la senda del sueño
con su arcángel de lino.

A las tres de la tarde
hallará a San Isidro
con sus dos bueyes mansos
arando el cielo límpido
para sembrar luceros
y estrellas en racimos.

—Señor, cuál es la senda para ir al Paraíso?
—Sube por la Vía Láctea,
ruta de leche y lirio,
la menor de las Osas
te enseñará el camino.

Cuando sean las cuatro
la Virgen con el Niño
saldrán a ver los astros
que en su infancia de siglos
juegan la Rueda rueda
en un bosque de trinos.

Y a la seis de la tarde
El ángel de servicio
saldrá a colgar la luna
de un clavo vespertino.

Será tarde. Si acaso
no te han guardado sitio,
dile a Gabriel Arcángel
que te preste su nido
que estás en el más frondoso
árbol del paraíso.

Murió la Marisela,
pero aún queda un lino.

1 de julio de 1947

9. Tercera presencia del amor

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Este amor que es harina
que es infancia de sueños en la frente,
que es líquido de música en la frente
y es lucero nostálgico en la altura.

Este amor que es el verso y es la rosa.
Y es saber que la vida en cada cosa
se nos repite cada vez más fuerte.

Tan eterno este amor tan resistible,
que comparado al tiempo imposible
saber donde limita con la muerte.

10. Si supiera

Si supiera que esta fuese la última vez

Que te veo salir por esa puerta,
Te daría un abrazo, un beso
Te llamaría de nuevo para darte más…

Si supiera que esta fuera la última vez
Que voy a oír tu voz…

Grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas
Una y otra vez indefinidamente…
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo

Diría te quiero
Y no asumiría tontamente
Que ya lo sabes.

Siempre hay un mañana y la vida
Nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien,
Pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda

Me gustaría decirte cuanto te quiero
Que nunca te olvidaré…


Fuente: Revista Diners

Las Palabras de la Imagen

Más que fragmentos