Narrada desde el prisma de un padre y su única hija en su descanso juntos, marcada por actuaciones brillantes de Paul Mescal y Frankie Corio, la ópera prima de la escocesa Charlotte Wells conjuga una admirable contemplación del amor, la memoria, el descubrimiento y la depresión.
La que pasan la pequeña Sophie y su padre Calum en Turquía no es una vacación terrible, de hecho, es casi lo contrario. Es ambas cosas, dependiendo del momento y la perspectiva desde dónde se le mire. Es una vacación que sí refleja algo: hay cosas de las cuales no es fácil huir, a las que no se les escapa corriendo. Y aún así, se trata…
“Por qué es así de extraño, Papá, a veces”, se pregunta la pequeña sobre Calum, al que ve de lejos, haciendo movimientos de taichí. La mayoría del tiempo él está pendiente de ella, y el tiempo que pasan juntos no es uno que la aburra porque la pasan bien, pero con el paso de los días va percibiendo el frágil balance que lo acompaña y que lucha por mantener a raya.
Sin saberlo, ella va sintiendo algo de eso también. Pero se deja ser una niña que pregunta, curiosa por lo que hacen jóvenes más grandes que ella, que no teme cantar una canción que le gusta, así sea desafinada.
En ciertos momentos la mirada de Calum se pierde en un lugar que no le puede explicar a la pequeña porque ni se lo puede explicar a sí mismo; lo sobrevive, a duras penas. Él acude a sus ejercicios de respiración, a uno que otro cigarrillo cuando ella se ha dormido. Trata de controlar su abrumadora existencia mientras la niña, entre las grietas del sol y del buen momento, recibe un poco del voltaje de un adulto que carga con el peso de su propia existencia.
Es una película engañosamente sencilla, ‘Aftersun’; porque sus grandes ecos son emocionales, su impacto hermosamente profundo, sensible y duramente melancólico. En ella, Wells nos pide ir más lejos que la superficie, y la seguimos en esta historia sobre el lazo complejo que une a estas dos personas. Estas vacaciones revelan varias capas, incluidas las de nuestra propia memoria y legados familiares.
Por: Revista Arcadia