«Todos nacemos desnudos, lo que viene después es travestismo». ¿Por qué esta frase de RuPaul ha impactado tanto en la cultura pop y en el arte contemporáneo?
RuPaul, la drag queen más influyente del mundo, convirtió esta frase en un mantra que trasciende el drag. Nos recuerda que la identidad es una construcción: cada día elegimos qué ponernos, cómo vernos y qué rol representar.
El travestismo no es solo una expresión de género o un acto de rebeldía. En el arte, la moda y el cine, ha sido una herramienta de crítica, ironía y exploración de la identidad.
Un ejemplo es Yasumasa Morimura, el artista japonés que lleva años reimaginando la historia del arte a través del travestismo. Su obra transforma iconos como Frida Kahlo, Van Gogh o Marilyn Monroe en una versión de sí mismo.
Morimura no solo juega con el género, sino que también desafía la frontera entre original y copia. ¿Es menos «real» una Mona Lisa con su rostro que la de Da Vinci?
El travestismo en el arte es un campo de experimentación. Andy Warhol, Cindy Sherman o Marcel Duchamp también han jugado con la identidad y la representación en sus obras.
No es coincidencia que Morimura haya versionado Las Meninas de Velázquez, donde el espectador es parte del cuadro. ¡Nos obliga a cuestionar nuestra propia mirada y percepción de la realidad!
En un mundo donde las etiquetas se desdibujan, el arte del travestismo sigue siendo revolucionario.
(Carlos Catasse, «Los Travesti», 1987)
Como dijo Morimura: «Hay un mundo llamado arte y vivo allí». Y quizás, en el fondo, todos habitamos ese espacio donde la identidad se reinventa cada día.
¿Tú qué opinas? ¿La identidad es una construcción o algo innato en el ser humano?