El 6 de mayo de 1527 se produce el Saco de Roma. «Saco» es la adaptación al castellano de la voz italiana sacco, que significa literalmente «saqueo». Denominación con la que se conoce el saqueo que llevaron a cabo en la ciudad de Roma las tropas alemanas, españolas e italianas de Carlos V, en el marco del conflicto entre el emperador Carlos y la Liga de Cognac, una alianza entre el Papado, Francia, Milán, Venecia y Florencia. Esta guerra se desencadenó al dar el pontífice Clemente VII su apoyo a Francia, en un intento de librarse de la dominación imperial. Las tropas imperiales vencieron a las francesas en Italia pero, al no haber fondos para pagar a los soldados, estos se amotinaron y se dirigieron hacia Roma a cobrar el sueldo ellos mismos.
Las fortificaciones de la ciudad incluían unas murallas aún imponentes, de la época del emperador Aureliano, y poseían una buena artillería, de la que el ejército imperial carecía. Se necesitaba conquistar la ciudad deprisa, para evitar el riesgo de verse atrapado entre la ciudad asediada y el ejército de la Liga. No obstante, estos atacaron con una gran ferocidad, movidos por el deseo de rapiña para compensar la falta de paga.
El 6 de mayo, el ejército imperial atacó las murallas en el Janículo y la Colina Vaticana. El duque de Borbón, que comandaba el ejército, fue mortalmente herido en el asalto por una bala. La muerte del jefe respetado hizo que desapareciera la moderación en los soldados, que asaltaron las murallas de Roma conquistándolas ese mismo día. Casi toda la guardia suiza fue masacrada por las tropas imperiales en las escalinatas de la Basílica de San Pedro. Muriendo para que el papa Clemente VII escapara por los pelos, a través de un corredor secreto que une la Ciudad del Vaticano con el Castillo de Sant’Angelo.
Dio comienzo el saqueo de la Ciudad Eterna. Destruyeron y despojaron de todo objeto precioso iglesias, palacios cardenalicios y monasterios, excepto las iglesias nacionales españolas y alemanas. Incluso los cardenales proimperiales tuvieron que pagar a los soldados españoles y alemanes para proteger sus riquezas y posesiones. La rapiña y el saqueo duraron tres días. Roma no había vivido nada igual desde el año 410, cuando los bárbaros de Alarico saquearon la capital del imperio romano.
La noticia del saco de Roma fue recibida con consternación en todo Occidente. El emperador Carlos estuvo muy disgustado por este hecho, llegando a presentar disculpas formales al derrotado papa —de hecho se vistió de luto por un buen tiempo en recuerdo de las víctimas— Pero el secretario del Emperador, Alfonso de Valdés, publicó un escrito en el que afirmaba que el asalto había sido el castigo de Dios contra la corrupción papal. El papa Clemente VII pasó el resto de su vida intentando evitar conflictos con el emperador, sin tomar decisiones que pudieran disgustarle (por ejemplo, le negó a Enrique VIII de Inglaterra su nulidad matrimonial porque Catalina de Aragón era la tía de Carlos).
Durante el saco de Roma, los saqueadores españoles, alemanes e italianos robaron parte de las obras de arte que se hallaban en el propio Vaticano, causando cuantiosas pérdidas al arte y la economía papal. Esto señaló el fin del Renacimiento romano y dañó el prestigio del papado. En conmemoración del saqueo y de la valentía de la Guardia suiza del papa, los nuevos reclutas de la Guardia Suiza prestan juramento el 6 de mayo de cada año.