Lo que se llama actualmente «pereza» es más bien el disgusto que siente el hombre de tener que deslomarse por un salario de mendigo, siendo, además, mal visto y despreciado por la clase social que lo explota, mientras los que no hacen nada útil se dan vida de príncipe y son considerados y respetados por todos.
Ese disgusto hace que el hombre sienta aversión por el trabajo; pero en una sociedad de iguales, en que el trabajador ve que su trabajo no es aprovechado por otro en perjuicio suyo; en que cada uno se sentirá amo de sí mismo, en que por el solo hecho de no haber más parásitos y de estar todos obligados a producir algo útil, la producción será tan grande que bastarán unas tres horas de trabajo agradable diario para tener satisfechas todas las necesidades, ¿quién será aquel que deje de dar su contingente a la producción?
Por: Ricardo Flores Magón
Fragmento «Regeneración, 1914»